sábado, 31 de agosto de 2013

La maga de Ferelden


Hoy era el día marcado, tenía que pasar la prueba para ser un verdadero mago y entrar al círculo.
Toda mi vida preparándome física y mentalmente.
Confiaba plenamente en mí y en mis habilidades ya que muchos, no vuelven.
Pero eso no me sucedería, puede sonar soberbio pero es la verdad.

Bienvenida hija mía – dijo Gregoir firmemente. –Debemos darnos prisa, tu prueba está a punto de comenzar, no pierdas tiempo.

-Sí maestro – haciéndole una leve reverencia, levantándome rápidamente miré al frente y me dirigí a mi destino.

Don Gregoir era el director de la torre de Hechiceros, después de mi prueba debía aguantarle aún más, pero me daba igual yo tendría un puesto mejor y quizás… ¡No! con total certeza, él debería callarse con sólo una de mis órdenes.
Se me ponen los pelos de punta con sólo pensarlo…

Allí estaban un par de templarios, pero no se merecen más mención y me puse delante del único que merecía algo de mi atención.

-Muy bien jovencita, bienvenida a la Angustia. Debes encontrar al demonio en lo más profundo y darle muerte, ¿entendido?

- Perfectamente, hasta ahora Señor Lorrein – Elevé el rostro con aires de grandeza y no pude evitar que una media sonrisa se dibujó en mi rostro.

Lorrein es el jefe de los templarios que envía la Capilla para ‘’vigilarnos’’ solo les interesamos como armas y los que no sirven simplemente se deshacen de ellos.
A mí deberían empezar a mirarme desde abajo y con la cabeza gacha.

- Adelante – Dijo Sir Lorrein
- Confiamos en ti hija mía, ésta es tu prueba decisiva, no falles. – Decía Gregoir con cierto nerviosismo. - Eres la mejor de la Torre no podemos permitirnos perderte.

-Descuide, eso no pasará maestro. -

Me giré dándoles la espalda con la cabeza alta, extendí mis manos para tocar la esfera que me haría dormir para sumirme en mi subconsciente y así fue. No dudé en ningún momento y en un fugaz parpadeo la estancia de mi alrededor se transformó en un viejo bosque de árboles secos, el aire estaba viciado cargado y se hacía bastante insoportable.
Empecé a caminar guiada por mi instinto hasta que tropecé con un roedor…parlante.

-¡Oh! Otra víctima de los magos – dijo la pequeña criatura

-¿Pero qué dices bicho? Yo no soy víctima de nada ni de nadie.

-Disculpa…pero nadie sale de aquí yo ya ni recuerdo mi nombre.

- Ajá, supongo que puedes adoptar tu forma de humanoide – me cruce de brazos – Porque me resultas bastante desagradable.

-¡Oh! Si, por supuesto.
Cambió su apariencia a la de un humano , era un muchacho bastante menudo, con el pelo ni corto ni largo, castaño oscuro y algo ojeroso, no lo había visto en mi vida, desconocía quien podría ser.

- ¿Así mejor?

- Mucho,  ¿qué haces aquí?

- Al igual que tú también pasé por la Angustia, pero fracasé y quedé aquí atrapado.
Me alegra haberte encontrado yo no pude pero puede que tú sí.

-¿Por quién me tomas? – Me giré bruscamente y me encaré – ¡Es obvio! Esta es mi prueba y tengo muchísimo potencial.

- ¡Oh! Que confianza, así da gusto.

- Gracias, necesito encontrar al demonio.

El chico abrió los ojos como platos - ¿Vas a enfrentarte al demonio de la Pereza? –

-¿Pereza? Menuda ridiculez de nombre para un demonio.

-No deberías subestimarle.

-Eso ya lo veremos, seguramente no sea para tanto.


Proseguimos un  buen rato hasta llegar a un claro del bosque donde se divisaba la silueta de un animal, parecía un oso.

- ¡Es él! – Exclamó el muchacho señalando al animal
- ¿Ese oso mugriento es un demonio?
Me agarró del brazo llevándose su dedo índice a la boca - ¡Shhhhh!
-¿Qué tenemos aquí? – La bestia empezó a hablar

Di un manotazo al chico, me aclaré la garganta y me dirigí al oso – ¿Tu eres el ‘’temible’’ demonio al que tengo que eliminar?
- No voy a darte el placer de acabar conmigo, así que déjame dormir y busca a otro demonio.

Procedía darnos la espalda cuando me puse a gritarle:
- ¡Vamos! ¿Cómo eres tan cobarde? ¿Tú te haces llamar demonio?
-No me provoques joven
– volviendo la cabeza lentamente
-Con eso que me has dicho permíteme que me ría en tu cara, semejante ser me estorba, aparte, estás bloqueándome el camino.
Alguien me tiraba ligeramente de la túnica, era el muchacho: - Le vas a enfadar
-Que lo haga y se quite de en medio o lo haré yo.

No podía creer que esto fuese una prueba, me parecía una broma, tenía que haber algo más.
Cuando de repente el oso se irguió sobre sus patas traseras y gritó: - ¡Me has hecho enfadar! Vete de aquí con el ratón porque no me dejáis dormir.

Se abalanzó sobre nosotros con lo que mi espíritu se encendió con ansias de pelea ¡Qué emoción!
- Hazte a un lado ratón, te voy a mostrar algo de magia que seguro echas de menos.

Con un ágil y elegante gesto alcé mis brazos abrí las palmas de mis manos y empecé a canalizar energía. Subí la mirada desafiante hacia la bestia que estaba encima de nosotros, le lancé  mi hechizo impactándole de pleno lo que le hizo desplomarse agonizando de dolor, lo que esbozó una sonrisa en mi rostro.

-¡¡AAGH!! ¡Vete de aquí maldita! déjame en paz y no regreses.
-Gracias por tu generosidad. Vamos ratón.

El chico iba con la boca abierta, intentando alcanzarme el paso
-E-estoy sorprendidísimo tienes un potencial enorme, podremos salir de aquí por fin.

Me paré en seco y le miré
-¿Podremos? – Algo me decía que aquí fallaba algo
-Nadie ha llegado tan lejos
-¿Tanto llevas aquí? – Pregunté con cierto desdén – Me estás empezando a hartar, sólo te he visto a ti desde que vine, estoy convencida de que ésta no es la verdadera prueba.
- ¡jajaja! Pero que chica más inteligente…

Su voz se tornó áspera y grave, otra vez estaba en lo cierto algo que me hacía sentirme orgullosa de mi misma.

- Pero no sabes lo que te espera el futuro. Malditos videntes...

Levitó envuelto en una luz roja que me cegó y perdí el conocimiento.

 · · ·.
· · ·

Al abrir los ojos el lugar me era conocido, la enfermería de la Torre.
-¡Gracias a todo! ¡Has despertado! – Vi a Vicent pegado a mi cara con ojos llorosos

Vicent es mi amigo de la infancia, los dos crecimos y nos formamos en la Torre desde que tengo uso de razón.
Los que vivimos aquí lo hacemos desde que nacemos o a muy temprana edad ya que para la mayoría de nuestros progenitores somos unos maldecidos y otra muy pequeña parte quiere que explotemos nuestras habilidades. Nunca hemos tenido contacto con el exterior, nos lo tienen estrictamente prohibido. No conocemos a nuestros padres y tampoco es que nos importe.

-¿Acaso no te acuerdas quién soy? – Le sonreí pícaramente
- ¡Me das envidia! Muchísima, ojalá yo pueda pasar la Angustia pronto.
-Tampoco es para tanto, te emocionas con nada – Negué con la cabeza – Ya llegará tu momento, no te impacientes.
-Eso lo dices porque tú ya la has pasado, a mi aún no me han dicho nada, creo que no confían en mi…
-¡Qué novedad! – dije con cierta camaradería
- ¡Oye! Bueno, no importa, como dices ya llegará mi momento como te ha llegado a ti. Don Gregoir quiere verte ya que a partir de ahora eres del Círculo de Magos
-¡Qué honor! Ser tan requerida, ¿verdad Vicent?
-Qué ego…

Me levanté de la cama, me acicalé un poco el pelo y me despedí de Vicent.
Aunque me sentía aun desorientada  por todo lo sucedido, asimilé la información mientras me dirigía al estudio de Gregoir.
Pasé cerca de una de las salidas de la torre custodiada por dos templarios.
Los templarios son parecidos a nosotros y a la vez tan diferentes.
También pasan sus primeros años en la Capilla, instruyéndose. Nosotros no podemos cazar templarios, pero ellos a nosotros sí. La magia no está bien vista fuera de aquí pero para conflictos bélicos somos como agua de mayo.
Nos prohibían salir fuera, nos enseñaron a respetar eso desde los principios pero para mi con unas insaciables ganas de conocimiento no puedo dejarlo pasar y quizás, ser del círculo me permita ciertos privilegios.

Llegué a mi destino, toqué a las puertas y abrió Don Gregoir:
Estás aquí, bienvenida hija mía, que honor que estés sana y salva con nosotros. Toma siento por favor – Me cedió una silla.
Gracias Don Gregoir, ya les dije que no tenían de que preocuparse. – Sonreí levemente y me senté.
Ahora eres parte del Círculo de Magos y quisiera presentarte a alguien.

Esto ya va pintando mejor.
Me giré y vi a un fornido hombre de tez morena, barba abundante, entrado en años.
Un guardia gris.

Me da vergüenza decirlo, pero sólo se lo básico de los guardias grises, están repartidos por todo el mundo ayudando a los más desfavorecidos y ahora también les pedían luchar junto al Rey, ¿Adivináis a que maga del círculo necesitan en sus filas? Si, justo a mí.

Él es Duncan, líder de los Guardias Grises, ha dejado el campamento del Pico del Soldado porque ha oído hablar de nuestros magos y en especial, de ti.
Necesitan magos cualificados como tú para luchar junto al Rey en una próxima y decisiva batalla.

Duncan me miró y dijo: –Bueno, ¿Cómo os llamáis?


Lírica Eiren

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~~Gracias por comentar *^^*


Atte: RLovi

sábado, 31 de agosto de 2013

La maga de Ferelden


Hoy era el día marcado, tenía que pasar la prueba para ser un verdadero mago y entrar al círculo.
Toda mi vida preparándome física y mentalmente.
Confiaba plenamente en mí y en mis habilidades ya que muchos, no vuelven.
Pero eso no me sucedería, puede sonar soberbio pero es la verdad.

Bienvenida hija mía – dijo Gregoir firmemente. –Debemos darnos prisa, tu prueba está a punto de comenzar, no pierdas tiempo.

-Sí maestro – haciéndole una leve reverencia, levantándome rápidamente miré al frente y me dirigí a mi destino.

Don Gregoir era el director de la torre de Hechiceros, después de mi prueba debía aguantarle aún más, pero me daba igual yo tendría un puesto mejor y quizás… ¡No! con total certeza, él debería callarse con sólo una de mis órdenes.
Se me ponen los pelos de punta con sólo pensarlo…

Allí estaban un par de templarios, pero no se merecen más mención y me puse delante del único que merecía algo de mi atención.

-Muy bien jovencita, bienvenida a la Angustia. Debes encontrar al demonio en lo más profundo y darle muerte, ¿entendido?

- Perfectamente, hasta ahora Señor Lorrein – Elevé el rostro con aires de grandeza y no pude evitar que una media sonrisa se dibujó en mi rostro.

Lorrein es el jefe de los templarios que envía la Capilla para ‘’vigilarnos’’ solo les interesamos como armas y los que no sirven simplemente se deshacen de ellos.
A mí deberían empezar a mirarme desde abajo y con la cabeza gacha.

- Adelante – Dijo Sir Lorrein
- Confiamos en ti hija mía, ésta es tu prueba decisiva, no falles. – Decía Gregoir con cierto nerviosismo. - Eres la mejor de la Torre no podemos permitirnos perderte.

-Descuide, eso no pasará maestro. -

Me giré dándoles la espalda con la cabeza alta, extendí mis manos para tocar la esfera que me haría dormir para sumirme en mi subconsciente y así fue. No dudé en ningún momento y en un fugaz parpadeo la estancia de mi alrededor se transformó en un viejo bosque de árboles secos, el aire estaba viciado cargado y se hacía bastante insoportable.
Empecé a caminar guiada por mi instinto hasta que tropecé con un roedor…parlante.

-¡Oh! Otra víctima de los magos – dijo la pequeña criatura

-¿Pero qué dices bicho? Yo no soy víctima de nada ni de nadie.

-Disculpa…pero nadie sale de aquí yo ya ni recuerdo mi nombre.

- Ajá, supongo que puedes adoptar tu forma de humanoide – me cruce de brazos – Porque me resultas bastante desagradable.

-¡Oh! Si, por supuesto.
Cambió su apariencia a la de un humano , era un muchacho bastante menudo, con el pelo ni corto ni largo, castaño oscuro y algo ojeroso, no lo había visto en mi vida, desconocía quien podría ser.

- ¿Así mejor?

- Mucho,  ¿qué haces aquí?

- Al igual que tú también pasé por la Angustia, pero fracasé y quedé aquí atrapado.
Me alegra haberte encontrado yo no pude pero puede que tú sí.

-¿Por quién me tomas? – Me giré bruscamente y me encaré – ¡Es obvio! Esta es mi prueba y tengo muchísimo potencial.

- ¡Oh! Que confianza, así da gusto.

- Gracias, necesito encontrar al demonio.

El chico abrió los ojos como platos - ¿Vas a enfrentarte al demonio de la Pereza? –

-¿Pereza? Menuda ridiculez de nombre para un demonio.

-No deberías subestimarle.

-Eso ya lo veremos, seguramente no sea para tanto.


Proseguimos un  buen rato hasta llegar a un claro del bosque donde se divisaba la silueta de un animal, parecía un oso.

- ¡Es él! – Exclamó el muchacho señalando al animal
- ¿Ese oso mugriento es un demonio?
Me agarró del brazo llevándose su dedo índice a la boca - ¡Shhhhh!
-¿Qué tenemos aquí? – La bestia empezó a hablar

Di un manotazo al chico, me aclaré la garganta y me dirigí al oso – ¿Tu eres el ‘’temible’’ demonio al que tengo que eliminar?
- No voy a darte el placer de acabar conmigo, así que déjame dormir y busca a otro demonio.

Procedía darnos la espalda cuando me puse a gritarle:
- ¡Vamos! ¿Cómo eres tan cobarde? ¿Tú te haces llamar demonio?
-No me provoques joven
– volviendo la cabeza lentamente
-Con eso que me has dicho permíteme que me ría en tu cara, semejante ser me estorba, aparte, estás bloqueándome el camino.
Alguien me tiraba ligeramente de la túnica, era el muchacho: - Le vas a enfadar
-Que lo haga y se quite de en medio o lo haré yo.

No podía creer que esto fuese una prueba, me parecía una broma, tenía que haber algo más.
Cuando de repente el oso se irguió sobre sus patas traseras y gritó: - ¡Me has hecho enfadar! Vete de aquí con el ratón porque no me dejáis dormir.

Se abalanzó sobre nosotros con lo que mi espíritu se encendió con ansias de pelea ¡Qué emoción!
- Hazte a un lado ratón, te voy a mostrar algo de magia que seguro echas de menos.

Con un ágil y elegante gesto alcé mis brazos abrí las palmas de mis manos y empecé a canalizar energía. Subí la mirada desafiante hacia la bestia que estaba encima de nosotros, le lancé  mi hechizo impactándole de pleno lo que le hizo desplomarse agonizando de dolor, lo que esbozó una sonrisa en mi rostro.

-¡¡AAGH!! ¡Vete de aquí maldita! déjame en paz y no regreses.
-Gracias por tu generosidad. Vamos ratón.

El chico iba con la boca abierta, intentando alcanzarme el paso
-E-estoy sorprendidísimo tienes un potencial enorme, podremos salir de aquí por fin.

Me paré en seco y le miré
-¿Podremos? – Algo me decía que aquí fallaba algo
-Nadie ha llegado tan lejos
-¿Tanto llevas aquí? – Pregunté con cierto desdén – Me estás empezando a hartar, sólo te he visto a ti desde que vine, estoy convencida de que ésta no es la verdadera prueba.
- ¡jajaja! Pero que chica más inteligente…

Su voz se tornó áspera y grave, otra vez estaba en lo cierto algo que me hacía sentirme orgullosa de mi misma.

- Pero no sabes lo que te espera el futuro. Malditos videntes...

Levitó envuelto en una luz roja que me cegó y perdí el conocimiento.

 · · ·.
· · ·

Al abrir los ojos el lugar me era conocido, la enfermería de la Torre.
-¡Gracias a todo! ¡Has despertado! – Vi a Vicent pegado a mi cara con ojos llorosos

Vicent es mi amigo de la infancia, los dos crecimos y nos formamos en la Torre desde que tengo uso de razón.
Los que vivimos aquí lo hacemos desde que nacemos o a muy temprana edad ya que para la mayoría de nuestros progenitores somos unos maldecidos y otra muy pequeña parte quiere que explotemos nuestras habilidades. Nunca hemos tenido contacto con el exterior, nos lo tienen estrictamente prohibido. No conocemos a nuestros padres y tampoco es que nos importe.

-¿Acaso no te acuerdas quién soy? – Le sonreí pícaramente
- ¡Me das envidia! Muchísima, ojalá yo pueda pasar la Angustia pronto.
-Tampoco es para tanto, te emocionas con nada – Negué con la cabeza – Ya llegará tu momento, no te impacientes.
-Eso lo dices porque tú ya la has pasado, a mi aún no me han dicho nada, creo que no confían en mi…
-¡Qué novedad! – dije con cierta camaradería
- ¡Oye! Bueno, no importa, como dices ya llegará mi momento como te ha llegado a ti. Don Gregoir quiere verte ya que a partir de ahora eres del Círculo de Magos
-¡Qué honor! Ser tan requerida, ¿verdad Vicent?
-Qué ego…

Me levanté de la cama, me acicalé un poco el pelo y me despedí de Vicent.
Aunque me sentía aun desorientada  por todo lo sucedido, asimilé la información mientras me dirigía al estudio de Gregoir.
Pasé cerca de una de las salidas de la torre custodiada por dos templarios.
Los templarios son parecidos a nosotros y a la vez tan diferentes.
También pasan sus primeros años en la Capilla, instruyéndose. Nosotros no podemos cazar templarios, pero ellos a nosotros sí. La magia no está bien vista fuera de aquí pero para conflictos bélicos somos como agua de mayo.
Nos prohibían salir fuera, nos enseñaron a respetar eso desde los principios pero para mi con unas insaciables ganas de conocimiento no puedo dejarlo pasar y quizás, ser del círculo me permita ciertos privilegios.

Llegué a mi destino, toqué a las puertas y abrió Don Gregoir:
Estás aquí, bienvenida hija mía, que honor que estés sana y salva con nosotros. Toma siento por favor – Me cedió una silla.
Gracias Don Gregoir, ya les dije que no tenían de que preocuparse. – Sonreí levemente y me senté.
Ahora eres parte del Círculo de Magos y quisiera presentarte a alguien.

Esto ya va pintando mejor.
Me giré y vi a un fornido hombre de tez morena, barba abundante, entrado en años.
Un guardia gris.

Me da vergüenza decirlo, pero sólo se lo básico de los guardias grises, están repartidos por todo el mundo ayudando a los más desfavorecidos y ahora también les pedían luchar junto al Rey, ¿Adivináis a que maga del círculo necesitan en sus filas? Si, justo a mí.

Él es Duncan, líder de los Guardias Grises, ha dejado el campamento del Pico del Soldado porque ha oído hablar de nuestros magos y en especial, de ti.
Necesitan magos cualificados como tú para luchar junto al Rey en una próxima y decisiva batalla.

Duncan me miró y dijo: –Bueno, ¿Cómo os llamáis?


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