Hoy era el día marcado, tenía que pasar la prueba para
ser un verdadero mago y entrar al círculo.
Toda mi vida preparándome física y mentalmente.
Confiaba plenamente en mí y en mis habilidades ya que
muchos, no vuelven.
Pero eso no me sucedería, puede sonar soberbio pero es la
verdad.
Bienvenida hija mía
– dijo Gregoir firmemente. –Debemos darnos
prisa, tu prueba está a punto de comenzar, no pierdas tiempo.
-Sí maestro – haciéndole
una leve reverencia, levantándome rápidamente miré al frente y me dirigí a mi
destino.
Don Gregoir era el director de la torre de Hechiceros,
después de mi prueba debía aguantarle aún más, pero me daba igual yo tendría un
puesto mejor y quizás… ¡No! con total certeza, él debería callarse con sólo una
de mis órdenes.
Se me ponen los pelos de punta con sólo pensarlo…
Allí estaban un par de templarios, pero no se merecen más
mención y me puse delante del único que merecía algo de mi atención.
-Muy bien
jovencita, bienvenida a la Angustia. Debes encontrar al demonio en lo más
profundo y darle muerte, ¿entendido?
- Perfectamente, hasta ahora Señor Lorrein – Elevé el rostro con aires de grandeza y no pude evitar que una media sonrisa se dibujó en mi rostro.
- Perfectamente, hasta ahora Señor Lorrein – Elevé el rostro con aires de grandeza y no pude evitar que una media sonrisa se dibujó en mi rostro.
Lorrein es el jefe de los templarios que envía la Capilla
para ‘’vigilarnos’’ solo les interesamos como armas y los que no sirven
simplemente se deshacen de ellos.
A mí deberían empezar a mirarme desde abajo y con la cabeza gacha.
A mí deberían empezar a mirarme desde abajo y con la cabeza gacha.
- Adelante –
Dijo Sir Lorrein
- Confiamos en ti
hija mía, ésta es tu prueba decisiva, no falles. – Decía Gregoir con cierto
nerviosismo. - Eres la mejor de la Torre
no podemos permitirnos perderte.
-Descuide, eso no
pasará maestro. -
Me giré dándoles la espalda con la cabeza alta, extendí
mis manos para tocar la esfera que me haría dormir para sumirme en mi subconsciente
y así fue. No dudé en ningún momento y en un fugaz parpadeo la estancia de mi
alrededor se transformó en un viejo bosque de árboles secos, el aire estaba viciado
cargado y se hacía bastante insoportable.
Empecé a caminar guiada por mi instinto hasta que tropecé
con un roedor…parlante.
-¡Oh! Otra víctima
de los magos – dijo la pequeña criatura
-¿Pero qué dices
bicho? Yo no soy víctima de nada ni de nadie.
-Disculpa…pero
nadie sale de aquí yo ya ni recuerdo mi nombre.
- Ajá, supongo que puedes
adoptar tu forma de humanoide – me cruce de brazos – Porque me resultas bastante desagradable.
-¡Oh! Si, por supuesto.
Cambió su apariencia a la de un humano , era un muchacho
bastante menudo, con el pelo ni corto ni largo, castaño oscuro y algo ojeroso, no
lo había visto en mi vida, desconocía quien podría ser.
- ¿Así mejor?
- Mucho, ¿qué haces aquí?
- Al igual que tú
también pasé por la Angustia, pero fracasé y quedé aquí atrapado.
Me alegra haberte encontrado yo no pude pero puede que tú sí.
Me alegra haberte encontrado yo no pude pero puede que tú sí.
-¿Por quién me
tomas? – Me giré bruscamente y me encaré – ¡Es obvio! Esta es mi prueba y tengo muchísimo potencial.
- ¡Oh! Que
confianza, así da gusto.
- Gracias, necesito
encontrar al demonio.
El chico abrió los ojos como platos - ¿Vas a enfrentarte al demonio de la Pereza? –
-¿Pereza? Menuda ridiculez
de nombre para un demonio.
-No deberías
subestimarle.
-Eso ya lo veremos,
seguramente no sea para tanto.
Proseguimos un
buen rato hasta llegar a un claro del bosque donde se divisaba la
silueta de un animal, parecía un oso.
- ¡Es él! –
Exclamó el muchacho señalando al animal
- ¿Ese oso
mugriento es un demonio?
Me agarró del brazo llevándose su dedo índice a la boca -
¡Shhhhh!
-¿Qué tenemos aquí? – La bestia empezó a hablar
-¿Qué tenemos aquí? – La bestia empezó a hablar
Di un manotazo al chico, me aclaré la garganta y me dirigí al oso – ¿Tu eres el ‘’temible’’ demonio al que tengo que eliminar?
- No voy a darte el
placer de acabar conmigo, así que déjame dormir y busca a otro demonio.
Procedía darnos la espalda cuando me puse a gritarle:
- ¡Vamos! ¿Cómo eres tan cobarde? ¿Tú te haces llamar demonio?
-No me provoques joven – volviendo la cabeza lentamente
- ¡Vamos! ¿Cómo eres tan cobarde? ¿Tú te haces llamar demonio?
-No me provoques joven – volviendo la cabeza lentamente
-Con eso que me has
dicho permíteme que me ría en tu cara, semejante ser me estorba, aparte, estás
bloqueándome el camino.
Alguien me tiraba ligeramente de la túnica, era el muchacho:
- Le vas a enfadar –
-Que lo haga y se quite de en medio o lo haré yo.
-Que lo haga y se quite de en medio o lo haré yo.
No podía creer que esto fuese una prueba, me parecía una
broma, tenía que haber algo más.
Cuando de repente el oso se irguió sobre sus patas
traseras y gritó: - ¡Me has hecho enfadar! Vete de aquí con el ratón porque no
me dejáis dormir.
Se abalanzó sobre nosotros con lo que mi espíritu se encendió con ansias de pelea ¡Qué emoción!
- Hazte a un lado
ratón, te voy a mostrar algo de magia que seguro echas de menos.
Con un ágil y elegante gesto alcé mis brazos abrí las
palmas de mis manos y empecé a canalizar energía. Subí la mirada desafiante
hacia la bestia que estaba encima de nosotros, le lancé mi hechizo impactándole de pleno lo que le
hizo desplomarse agonizando de dolor, lo que esbozó una sonrisa en mi rostro.
-¡¡AAGH!! ¡Vete de
aquí maldita! déjame en paz y no regreses.
-Gracias por tu generosidad.
Vamos ratón.
El chico iba con la boca abierta, intentando alcanzarme
el paso
-E-estoy
sorprendidísimo tienes un potencial enorme, podremos salir de aquí por fin.
Me paré en seco y le miré
-¿Podremos? –
Algo me decía que aquí fallaba algo
-Nadie ha llegado
tan lejos
-¿Tanto llevas
aquí? – Pregunté con cierto desdén – Me
estás empezando a hartar, sólo te he visto a ti desde que vine, estoy
convencida de que ésta no es la verdadera prueba.
- ¡jajaja! Pero que
chica más inteligente…
Su voz se tornó áspera y grave, otra vez estaba en lo
cierto algo que me hacía sentirme orgullosa de mi misma.
- Pero no sabes lo
que te espera el futuro. Malditos videntes...
Levitó envuelto en una luz roja que me cegó y perdí el
conocimiento.
· · ·
Al abrir los ojos el lugar me era conocido, la enfermería
de la Torre.
-¡Gracias a todo! ¡Has despertado! – Vi a Vicent pegado a
mi cara con ojos llorosos
Vicent es mi amigo de la infancia, los dos crecimos y nos
formamos en la Torre desde que tengo uso de razón.
Los que vivimos aquí lo hacemos desde que nacemos o a muy
temprana edad ya que para la mayoría de nuestros progenitores somos unos maldecidos y otra muy pequeña
parte quiere que explotemos nuestras habilidades. Nunca hemos tenido contacto
con el exterior, nos lo tienen estrictamente prohibido. No conocemos a nuestros
padres y tampoco es que nos importe.
-¿Acaso no te
acuerdas quién soy? – Le sonreí pícaramente
- ¡Me das envidia! Muchísima,
ojalá yo pueda pasar la Angustia pronto.
-Tampoco es para
tanto, te emocionas con nada – Negué con la cabeza – Ya llegará tu momento, no te impacientes.
-Eso lo dices porque
tú ya la has pasado, a mi aún no me han dicho nada, creo que no confían en mi…
-¡Qué novedad! –
dije con cierta camaradería
- ¡Oye! Bueno, no importa,
como dices ya llegará mi momento como te ha llegado a ti. Don Gregoir quiere
verte ya que a partir de ahora eres del Círculo de Magos
-¡Qué honor! Ser
tan requerida, ¿verdad Vicent?
-Qué ego…
Me levanté de la cama, me acicalé un poco el pelo y me
despedí de Vicent.
Aunque me sentía aun desorientada por todo lo sucedido, asimilé la información
mientras me dirigía al estudio de Gregoir.
Pasé cerca de una de las salidas de la torre custodiada
por dos templarios.
Los templarios son parecidos a nosotros y a la vez tan
diferentes.
También pasan sus primeros años en la Capilla, instruyéndose.
Nosotros no podemos cazar templarios, pero ellos a nosotros sí. La magia no
está bien vista fuera de aquí pero para conflictos bélicos somos como agua de
mayo.
Nos prohibían salir fuera, nos enseñaron a respetar eso
desde los principios pero para mi con unas insaciables ganas de conocimiento no
puedo dejarlo pasar y quizás, ser del círculo me permita ciertos privilegios.
Llegué a mi destino, toqué a las puertas y abrió Don
Gregoir:
– Estás aquí,
bienvenida hija mía, que honor que estés sana y salva con nosotros. Toma siento
por favor – Me cedió una silla.
–Gracias Don
Gregoir, ya les dije que no tenían de que preocuparse. – Sonreí levemente y
me senté.
–Ahora eres parte
del Círculo de Magos y quisiera presentarte a alguien.
Esto ya va pintando mejor.
Me giré y vi a un fornido hombre de tez morena, barba
abundante, entrado en años.
Un guardia gris.
Me da vergüenza decirlo, pero sólo se lo básico de los
guardias grises, están repartidos por todo el mundo ayudando a los más
desfavorecidos y ahora también les pedían luchar junto al Rey, ¿Adivináis a que
maga del círculo necesitan en sus filas? Si, justo a mí.
–Él es Duncan,
líder de los Guardias Grises, ha dejado el campamento del Pico del Soldado
porque ha oído hablar de nuestros magos y en especial, de ti.
Necesitan magos
cualificados como tú para luchar junto al Rey en una próxima y decisiva
batalla.
Duncan me miró y dijo: –Bueno, ¿Cómo os llamáis?
Lírica Eiren
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